Download the article: En la Materia, el Espíritu La enseñanza de las ciencias en la Escuela Waldorf
por Roberto Trostli
Este artículo se basa en una conferencia impartida en la Conferencia de maestros de Hungría en junio del 2013.
¿Cómo enseñamos las ciencias en una escuela Waldorf? ¿Cómo responde el plan de estudio de las ciencias a las necesidades de los alumnos? ¿Cuál es la labor especial del maestro? Estas son las preguntas que requieren de un análisis profundo a la luz de las inquietudes concernientes a la educación científica en Estados Unidos.
Siempre que considero un tema, me parece útil empezar por examinar las palabras, porque a menudo señalan aspectos ocultos o inesperados del tema. La palabra “ciencia” viene de la palabra latín scientia, que significa “conocimiento”. Se deriva del verbo scire, que significa “saber”. Originalmente significaba “saber” en el sentido de separar una cosa de otra, “distinguiéndola”, porque scire se relaciona con el verbo scindere, que significa “escindir, cortar, dividir.”
Es interesante observar como la palabra “ciencia” en sí mismo ya detona algunas preguntas: ¿Cuál es la relación entre el conocedor y lo conocido? ¿Cuál es el significado de la división entre el “yo” y el mundo?
Estas preguntas son centrales para señalar la realidad de lo que son las ciencias en verdad, y nos guían hacia algunas de las metas de la enseñanza de las ciencias. Las ciencias ayudan a los alumnos a unir estas divisiones. Ayuda a los alumnos a conectarse consigo mismos y con otros, con el mundo natural y con el mundo de la tecnología. ¿Por qué enseñamos las ciencias?
Quizás debemos decir reconectarse, ya que los alumnos ya tienen conocimiento del mundo pero bajo otras circunstancias. Podríamos considerar este sentido de conexión en el contexto de la palabra “religión,” que se deriva del prefijo Latin re- que significa “nuevamente” o “de regreso”; y ligare que significa “ligar” o “ conectar”. La palabra “religión” significa literalmente “reconectar,” y eso es justo lo que estamos buscando al enseñar las ciencias: reconectar a los alumnos con el mundo y con la vida que se encuentra en ese mundo.
Si bien enseñar las ciencias ayuda a los alumnos a conectarse con todo lo que conocerán durante sus vidas en la tierra, también tiene un propósito más esotérico y profundo.
El propósito esotérico de la enseñanza de las ciencias
En 1918 Rudolf Steiner impartió una conferencia llamada: “Los Ángeles y el cuerpo astral.” Esta conferencia es de gran importancia para los maestros Waldorf, por lo que voy a citar unas partes de las secciones centrales ampliamente. En esta conferencia Steiner describe cómo los Ángeles, por petición de los Espíritus de la forma, constantemente están formando imágenes en los cuerpos astrales, imágenes para invocar los ideales para el futuro de nuestra vida sobre la tierra. De acuerdo con Steiner, los Ángeles tienen tres objetivos principales.
El primo objetivo sucede dentro de la esfera social: “En el futuro, ningún ser humano encontrará la paz al disfrutar de su felicidad si los que lo rodean no están felices también. Es el impulso de la fraternidad en el sentido absoluto, la unificación de la raza humana en la fraternidad entendida de la manera correcta—éste será el principio regidor de las condiciones sociales en la existencia física.”
El segundo objetivo tendrá lugar dentro del alma humana: “En tiempos futuros cada ser humano verá en cada uno de sus prójimos un ser divino oculto…. Concebir al hombre como una imagen revelada del mundo spiritual; concebirlo así con todo la determinación, toda la fuerza y todo el discernimiento en nuestras manos---éste es el impulso que dejan los Ángeles en las imágenes.”
El tercer objetivo tendrá lugar dentro del espíritu humano: “Hacer lo posible para que el hombre alcance el Espíritu a través del pensar; que pueda cruzar el abismo y a través del pensar vivenciar la realidad del Espíritu.”
Los Ángeles están preparando a la humanidad para el futuro al formar estas imágenes. Este proceso prepara a los seres humanos para una verdad tripartita que será revelada por los Ángeles.
En primer lugar, se demostrará cómo su propio interés genuino permitirá al hombre comprender el lado más profundo de la naturaleza humana. Vendrá un tiempo -y no debe pasar desapercibido- cuando desde el mundo espiritual los hombres recibirán un impulso de su Ángel que encenderá un interés mucho más profundo por cada ser humano individual del que hoy tenemos. Este creciente interés por nuestros semejantes no se desarrollará de una manera subjetiva y lenta como la gente preferiría, sino que por medio de un impulso repentino, desde el lado espiritual será inspirado un secreto en el hombre, es decir, lo que el otro es en realidad. Lo que quiero decir es muy concreto, no es una consideración teórica. Los hombres aprenderán algo que podrá encender su interés en cada individuo. Esto es un punto–y será lo que afectará la vida social en particular.
En segundo lugar, desde el mundo espiritual, el Ángel revelará al hombre que, además de todo lo demás, el Impulso Crístico postula una plena libertad en asuntos de la vida religiosa; que el único cristianismo verdadero es el cristianismo que hace posible la libertad absoluta en la vida religiosa.
Y en tercer lugar, un discernimiento incuestionable de la naturaleza espiritual del mundo.
Como maestros Waldorf también podemos trabajar hacia estas metas. Al abordar al ser humano entero—su cuerpo, su alma y su espíritu, al desarrollar las facultades del alma del pensar, el sentir y la voluntad, y al utilizar un plan de estudios que abarca el mundo y profundiza en el ser humano, preparamos a nuestros alumnos para recibir la verdad tripartita que los Ángeles revelarán.
El currículo de la escuela Waldorf construye una base para las imágenes y las verdades de los Ángeles. ¿Cuáles son las materias que ayudan a los alumnos a desarrollar el impulso de la fraternidad? La geografía y las lenguas del mundo. Al aprender acerca de la tierra y de sus diferentes culturas, al introducirlos al alma de pueblo de las otras culturas a través de su lengua y sus custumbres, se apoya a nuestros alumnos para conocer su lugar dentro de la comunidad humana.
¿Cuáles son las materias que ayudan a los alumnos a desarrollar un sentido de la divinidad oculta dentro de cada ser humano? La historia y la literatura. Al aprender sobre la vida de los individuos que marcaron la historia, al vivenciar las expresiones más elevadas del espíritu humano, se apoya a nuestros alumnos para que vean cada persona desde una perspectiva más espiritual.
¿Qué materias ayudan a los alumnos a desarrollar la habilidad para alcanzar el Espíritu a través del pensar? ¿Qué materias les aportan una percepción de la naturaleza espiritual del mundo? Las matemáticas y las ciencias. Al desarrollar una vida conceptual rica que nace desde la observación y al empezar a entender los misterios de la materia, se apoya a nuestros alumnos para que puedan mirar el mundo material como una manifestación del espíritu.
Nuestro trabajo con las ciencias, por lo tanto, es una tarea excelsa. No sólo estamos introduciendo a los alumnos al estudio de la naturaleza, a las ciencias de la vida, y a las ciencias físicas, sino que también estamos trabajando como representantes de los Ángeles, ayudando a que los alumnos permanezcan receptivos a los ideales humanos más altos, ayudándoles a prepararse para la evolución futura de la humanidad.
Es posible que no estemos conscientes de esta enorme responsabilidad, y es posible que una vez que nos hagamos conscientes, nos sintamos inadecuados para responder a esta tarea. En los peores momentos, cuando nos sintamos incompetentes e indignos, quizá rechacemos esta responsabilidad, pero siempre está ahí, esperando ser reconocido, esperando ser aceptado.
El gesto del curriculo científico en los grados
Trabajar con la meditación de la Piedra fundamental de Rudolf Steiner a través de los años me ha inspirado a ver de otra manera mi trabajo con los alumnos y la curricula. He comenzado a percibir una conexión entre las tres primeras partes de la Meditación y las primeras tres etapas del desarrollo del niño. Creo que los niños más pequeños tienen una conexión especial con el Espíritu Padre, que los niños en la edad de primaria con la
Voluntad de Cristo, y que los alumnos de la secundaria con el Espíritu.
En la Meditación de la piedra fundamental el primer gesto es hacia abajo, desde las alturas hasta las profundidades:
Pues obra el Espíritu Padre de las alturas generando ser en las profundidades del cosmos.
El gesto del Espíritu Padre se expresa a través de la primera jerarquía de arriba hacía abajo a la tierra:
Serafines, Querubines, Tronos, haced resonar desde las alturas lo que eco encuentra en las profundidades. Esto dice: de Dios nacemos.
Yo interpreto este gesto hacia abajo como un gesto de la primera infancia y de los primeros años de la primaria—la escuela del cuerpo donde el mundo espiritual se ha implantado y se expresa, donde el espíritu hace eco en el mundo material.
El segundo gesto de la Meditación de la piedra fundamental es el gesto de rodear:
Pues obra en derredor la voluntad de Cristo otorgando gracia a las almas en los ritmos cósmicos.
El gesto del Cristo se expresa a través de la segunda jerarquía:
Kyriotetes, Dynamis, Exusiai, haced que desde el oriente se encienda lo que por el occidente se forma; esto dice: en Cristo morimos.
Yo interpreto que este gesto de rodear corresponde al trabajo de la primaria–la escuela del alma en la que los impulsos hallan forma y expresión en los ritmos del mundo, en los ciclos de las estaciones, y en las celebraciones de todas las culturas.
El tercer gesto de la Meditación de la piedra fundamental es un gesto hacía arriba. Este es el gesto del Espíritu Santo cuyos pensamientos obran en el ser cósmico:
Pues los pensamientos cósmicos del espíritu, implorando luz, obran en el s er cósmico.
El gesto del Espíritu se expresa a través de la tercera jerarquía, la jerarquía más cercana al ser humano:
Archai, Arcangeloi, Angeloi, permitid que desde las profundidades los ruegos en las alturas sean oídos. Esto dice: En los pensamientos cósmicos del Espíritu despierta el alma.
Yo interpreto que este gesto corresponde al momento de la preparatoria en adelante, donde el pensar se eleva a las alturas espirituales; donde las metas y los problemas del ser humano se trabajan en conjunto con los seres espirituales.
El plan de estudio de las ciencias
Mientras que la Meditación de la piedra fundamental nos lleva del cuerpo al alma al espírtu, el currículo de las ciencias en los grados trabaja bajo el principio de que los niños primero deben mirar al mundo con los ojos del espíritu, luego con los ojos del alma, y finalmente, inexorablemente, con los ojos del cuerpo. William Wordsorth expresó esto de una manera hermosa en su oda, “Oda a la inmortalidad” cuando dice:
Hubo un tiempo en que la pradera, arboleda y arroyo, La tierra, y todo lo que la vista alcanzaba, Me parecían Ataviados de luz divina, La gloria y la frescura de un sueño Ahora ya no es como antaño; Por dondequiera que miro De día o de noche, Las cosas que he visto hasta ahora no puedo ver más.
Luego describe las etapas de la vida temprana:
Nuestro nacimiento no es más que un dormir y un olvidar: El Alma que se levanta con nosotros, la Estrella de nuestra vida, Tiene su descanso en otro lugar, Y viene de lejos, Sin haber olvidado todo, Sin estar del todo desnuda,Venimos arrastrando nubes de gloria Desde Dios, nuestro hogar: ¡El Cielo nos rodea en nuestra infancia! Las cortinas del hogar-prisión comienzan
a cerrarse Sobre el niño que madura, Pero él contempla la luz, y de donde fluye, Lo ve en su alegría; El Joven, que cada día más lejos del Este Debe viajar, todavía es sacerdote de la Naturaleza, Y por la visión espléndida Es ayudado en su camino; Al fin el Hombre lo percibe morir Y se desvanece en la luz del día común.
Esta transición–desde estar rodeados por las glorias de Dios, a contemplar la luz y de dónde fluye, a ser el sacerdote de la Naturaleza, ayudado por la visión espléndida, hasta ver que se desvanece en la luz del día común-- sigue los pasos que toman los niños, y corresponde a lo que necesitamos realizar en nuestro camino junto a ellos.
Intentaré ponerlo de una forma más práctica, iniciando con un resumen para luego desarrollar cada parte más.
1. En el jardín de niños, los niños experimentan el mundo de las ciencias a través de los rituales y de las tradiciones que celebran el mundo natural.
2. En los primeros grados, los niños se afirman en su experiencia del espíritu en
el entorno de sus hogares con los cuentos y las parábolas de la naturaleza que les cuenta su maestra.
3. En los años intermedio de la primaria, los alumnos escuchan descripciones del mundo natural y empiezan a explorarlo y a estudiarlo directamente.
4. En la primaria mayor, los alumnos empiezan a observar el mundo natural y las fuerzas de éste de manera más objetiva a través de la introducción a la física y a la química.
5. En la preparatoria, los alumnos empiezan a disciplinar sus observaciones del mundo natural, y empiezan a penetrar metódicamente los detalles de las fuerzas y las sustancias del mundo. Es cuando también aprenden acerca de las aplicaciones y las implicaciones de las fuerzas, los procesos y las sustancias que han estudiado.
Ahora veamos cómo se enseña la ciencia a través de los grados para que podamos entender el desarrollo de la currícula y cómo funciona durante la vida de los niños hasta entrando a la edad adulta y la vejez.
En el preescolar, los niños experimentan el mundo de las ciencias en los rituales y las tradiciones que celebran el mundo natural. Durante estos años, cuando los niños aún están rodeados de la luz celestial, no hay necesidad de enseñar, porque la experiencia es el maestro. Las experiencias del niño o de la niña durante estos años se vuelven la roca firme sobre el cual los niños encuentran un sentido del yo, un sentido del otro, y un sentido del mundo. Las vivencias de los rituales, de las tradiciones y de las celebraciones aportan al niño o a la niña el sentido de que el mundo es bueno. Este sentido de lo bueno del mundo crea un sentido de seguridad para toda la vida.
En el otro extremo de la vida, cuando uno vive su segunda niñez—cuando los pensamientos y las responsabilidades de la vida adulta empiezan a disiparse y uno se despoja de todo hasta regresar a su esencia --- permanecen las experiencias de la niñez, bendiciéndonos y consolándonos, afirmando para nosotros la bondad del mundo y de la vida. El sentido de que “Dios es nuestro hogar” permite que un anciano abrace con gusto el regreso a casa que es la muerte.
En el jardín de niños, a través de los cuentos y de las parábolas de la naturaleza que la maestra les cuenta, los niños afirman en su experiencia que el espíritu vive en el entorno de su hogar en la tierra. Al ir despertando los sentidos de los niños, el maestro afirma la naturaleza espiritual del mundo a través de las palabras y de las imágenes.
Rudolf Steiner subrayaba la importancia de compartir las parábolas de la naturaleza. En más de una docena de ocasiones habló de la parábola de la mariposa que emerge de su crisálida como imagen del surgimiento del alma después de la muerte. Decía que esta imagen se colocó en el mundo por los espíritus sabios que cuidan a los seres humanos. Steiner sugería que los maestros miraran al mundo para buscar estas parábolas de la existencia y que compartieran estas parábolas con los niños durante los primeros años de la primaria. Estos cuentos—junto con los cuentos que tienen un sentido moral como las fábulas y las leyendas—son el currículo científico durante los primeros años de la escuela.
Al dar a los niños las parábolas que exploran, explican y afirman el mundo a su alrededor les otorgas a los niños un sentido de seguridad y de confianza en la persona que está parada frente a ellos. Les ayuda a saber que la persona que les enseña tiene ojos que ven más allá de lo físico; que escucha no sólo con los oídos físicos. Les da un sentido de que el mundo es hermoso.
Al llegar a la edad avanzada – cuando buscamos las flores de la sabiduría que yacen ocultas entre las hierbas de nuestro intelecto—estas imágenes empiezan a adquirir una nueva verdad. Los ojos que una vez estuvieron abiertos a los misterios de la existencia pueden volver a abrirse en esta etapa de la vida a través de la diligencia, el dolor y la experiencia bien ganada. Si uno ha tenido el privilegio de ser educado y cuidado por los adultos que estaban abiertos a las parábolas de la existencia, uno no tiene que mirar tan lejos para encontrar el significado detrás de los retos de nuestra vida.
En los grados intermedios de la primaria, los alumnos escuchan descripciones vivas del mundo natural y lo empiezan a explorar y a estudiar directamente. Al abrir más los ojos, los niños empiezan a ver el mundo como algo diferente a ellos. Una niña ya vivió la gran separación física del cuerpo de la madre al nacer. Ha vivido más separaciones: de la tierra cuando se pone de pie por primera vez; de sus padres cuando empieza a dormir en su propia habitación; de su familia cuando deja el hogar para ir a la escuela. Cada una de estas separaciones está acompañada por la experiencia del alma que es mayormente inconsciente pero que aun así se siente profundamente.
A la edad de los nueve años, el niño vive una sensación de separación del mundo. Es, por así decirlo, expulsado del Paraíso donde había vivido en comunidad con las plantas y las criaturas bajo la mirada amorosa de Dios. Aunque, según palabras de Wordsworth, aún “contempla la luz y
de donde fluye, la ve en su alegría”, el niño necesita conectarse con el mundo por derecho propio a través de sus propios sentidos, con sus propios sentimientos. El niño de esta edad necesita una comunión con la naturaleza, una afirmación de que él es del mundo y el mundo está en él. El niño de esta edad necesita imágenes de conexión para contrarrestar el sentido de separación, para someter a los miedos que amanecen en cada uno de nosotros al reconocer que estamos verdaderamente solos en este mundo. El estudio de los animales, de las plantas y del mundo de los minerales y de los cuerpos celestes amplía los horizontes del niño, dando al niño un sentido de pertenencia, afirmando la belleza del mundo.
Los temas que llegan de una manera viva durante los años de la primaria—los temas que afirman la conexión del ser humano con el mundo—permitirán que el niño se encuentre en un buen lugar al llegar a la edad madura. En la edad madura se culmina el sentido de separación que empezamos a sentir con fuerza a los 9 años. Es cuando empezamos a sentirnos más solos que nunca en el mundo, más apartados de nosotros mismos y de los demás. Si nos han compartido imágenes vivas del mundo y de sus criaturas durante los años escolares, es posible que tengamos una reserva del sentido de pertenencia que contrarreste el aislamiento de la edad adulta.
En la primaria mayor, los estudiantes comienzan a observar el mundo natural y sus fuerzas con mayor objetividad al introducirlos a la física y a la química. El poema de Wordsworth dice “El Joven, que cada día más lejos del Este / Debe viajar, todavía es sacerdote de la Naturaleza, / Y por la visión espléndida / Es ayudado en su camino.” Durante estos años cuando los niños siguen siendo sacerdotes de la naturaleza, tenemos la oportunidad de presentarles al mundo invisible de las fuerzas de la naturaleza y de los misterios de la sustancia. Tenemos el privilegio de celebrar con ellos los sacramentos del mundo físico para que puedan ser bendecidos por los fenómenos que experimentan. A medida que se les pide a los alumnos que den sentido a sus impresiones sensoriales, aprenden un nuevo respeto por sus poderes de observación y por el poder de su pensamiento. Aprenden a respetar y valorar las capacidades del alma que les permiten dar sentido al mundo. Aquí se comienza a vivenciar la importante lección de que el mundo es verdadero.
Al trabajar las ciencias con nuestros alumnos, lo ordinario puede llegar a ser especial, lo común puede llegar a ser sagrado. Durante el florecimiento de la edad adulta, cuando el mundo puede parecer mecánico y estéril, este tipo de experiencias pueden ayudar a que una persona confía en que sí hay sentido en la existencia.
Con la llegada de la pubertad y de la adolescencia, algo nuevo nace en el ser humano y, al mismo tiempo, algo viejo muere. Una vez que inicia la adolescencia, las puertas del conocimiento de nuestra existencia prenatal se cerraron. A medida que estas puertas se cierran, el joven ya no puede mirar hacia atrás con reverencia a un mundo tan hermoso, tan significativo, tan digno de imitación. Ahora el joven mira hacia el mundo, buscando encontrar belleza, significado y algo que vale la pena emular. Las ciencias en la secundaria y más allá lleva al estudiante al mundo. Ahora se necesita que los alumnos sean rigurosos y disciplinados en sus observaciones, para poder registrarlos con precisión para analizarlos posteriormente. Se espera que los alumnos observen o lleven a cabo actividades científicas de manera metódica para que puedan penetrar los detalles de las fuerzas y las sustancias en el mundo.
En la medida que los alumnos desarrollan pensamientos verdaderos sobre las fuerzas y las sustancias con las que han trabajado, se les pide que aprendan cómo se aplican estas fuerzas y estas sustancias en el mundo. En varios de sus cursos sobre la educación, Rudolf Steiner exhortó a los profesores a ayudar a sus estudiantes a conocer más acerca de las invenciones y de los productos que las personas han creado. Lo hizo no sólo para ayudar a que los alumnos aterrizaran en el mundo al que estaban entrando, sino también porque la comprensión de las creaciones de los seres humanos cultiva un sentido de conexión con esos seres humanos. En Un Arte de la Educación Moderna (conferencia conocida en inglés como A Modern Art of Education, GA307) Rudolf Steiner declaró:
Imagínense cuantas personas hoy en día se suben a un tranvía sin tener una idea mínima de los principios que rigen el movimiento y el mecanismo de la tranvía. ¡O ven un ferrocarril todos los días y no tienen absolutamente ninguna noción de la maquinaria de una locomotora! Esto significa que están rodeados por todos lados por las invenciones y las creaciones de la mente humana con las cuales no tienen ningún contacto en absoluto. Sencillamente, el aceptar estas creaciones y estas invenciones de la mente del hombre sin entenderlas-de una manera general, en todo caso-da comienzo a la vida no social.
La falta de comprensión de las creaciones de otros seres humanos da comienza a la vida no social. ¡Sabemos que esto es verdad! No es difícil ver cómo el aumento de la falta de humanidad está relacionada a nuestra dependencia con la tecnología de la que no tenemos la más mínima comprensión.
La escuela secundaria y la universidad ofrecen a los alumnos una base de pensamientos que les permite entender las ideas que se manifiestan en el mundo. También debería darles la base para transformar esas ideas en ideales. En los primeros años de nuestra edad adulta, cuando somos capaces de alinearnos con nuestros ideales, necesitamos una base firme de cómo funciona el mundo para que nuestras ideas sean sólidas y nuestros ideales satisfagan las necesidades del mundo. Al desvanecerse la luz celeste hasta convertirse en la luz del día común para nuestros estudiantes, queremos que tengan la capacidad de reconocer la luz interior y de buscarla en sí mismos, en otros y en el mundo. Cuando, como adultos, perciben esta luz y de dónde fluye, la decisión de venir a la tierra a trabajar y aprender se afirma plenamente.
El currículo Waldorf es un tapiz magnífico; un tapiz tejido con el urdimbre del crecimiento del niño a lo largo del año y la trama de los temas que reaparecen en formas cada vez más nuevas. Pero más importante que el plan de estudios de los principales bloques de ciencias es la forma como trabajamos y nos relacionamos con la materia. No sólo nos observan nuestros alumnos cuando manejamos el equipo y cuando demostramos un proceso, sino que también internalizan nuestro enfoque y son influenciados por nuestra actitud.
El labor del maestro
La enseñanza de las ciencias, especialmente las ciencias físicas, puede ser deliciosa y gratificante, interesante y divertida. Los maestros que superan su inexperiencia y temor comenzarán a sentirse más a gusto en un nuevo mundo. Apreciarán el poder comenzar a revelar los misterios de este mundo y a controlar las fuerzas de la naturaleza. Con esta sensación creciente de confort y competencia vienen las tentaciones y los peligros.
La primera tentación es la tentación luciférica de convertirnos en un mago. A medida que nos sentimos cada vez más cómodos en las ciencias, podemos comenzar a sentir que tenemos una varita mágica con la cual los misterios del universo pueden ser revelados. ¡Ve cómo sorprendemos a los estudiantes. ¡Mira cómo los hipnotizamos y los encantamos!
Qué encantador es recibir el resplandor de su admiración, de su maravilla, de su asombro!
¡Qué fácil es sucumbir a esta tentación, porque todos anhelamos que nuestras lecciones dejen una impresión, que nuestras palabras y nuestros hechos iluminen e inspiren. Sin embargo, si sucumbimos, comenzamos a convertir a nuestros alumnos en místicos, en soñadores con la cabeza en las nubes. Lucifer quiere transformar al ser humano en un ser completamente espiritual. Trabaja para divorciar a los humanos de la tierra y convertirlos en autómatas espirituales. Al ceder a su tentación, le ayudamos en su tarea.
La segunda tentación es la tentación ahrimánica de convertirnos en el científico loco proverbial que solo busca el poder. A medida que nos hacemos más competentes en las ciencias, cuando empezamos a conocer y anticipar los procesos y los resultados, comenzamos a sentir que tenemos los medios para controlar las fuerzas de la naturaleza. Mira cómo la naturaleza nos obedece! ¡Mira cómo podemos manipular y regular los fenómenos! ¡Qué gratificante es sentir el creciente respeto de los estudiantes por nuestro poder!
Es tan fácil sucumbir a esta tentación, porque todos nosotros nos esforzamo por ser competentes, por dominar nuestra tarea y nuestro material, por hacer las cosas bien. Sin embargo, si sucumbimos, empezamos a convertir a nuestros alumnos en materialistas con los pies enraizados en la tierra, sus miradas enfocadas hacia abajo. A Ahriman le gustaría convertir a los seres humanos en seres completamente físicos. Trabaja para casar a los humanos con la tierra y reducirlos a criaturas de instinto. Al ceder a la tentación, lo ayudamos en su tarea.
No somos ni científicos ni magos, ni estamos locos ni ninguna otra cosa. Somos maestros, maestros que son llamados a servir como sacerdotes de la Naturaleza; que trabajan a su servicio y en su nombre. No necesitamos retirar el velo del templo; podemos permitir que la naturaleza revele sus misterios a los estudiantes cuando estén listos. No manipulamos los fenómenos en el altar de la mesa de demostración; ejecutamos nuestro servicio y dejamos que los fenómenos hablan por sí mismos. Cuando los alumnos observan una demostración, ellos deben observar lo que se manifiesta, no a nosotros. Debemos aprender a hacernos a un lado, literal y figurativamente, para que la Naturaleza pueda hablar directamente a los corazones y a las mentes de los alumnos.
Éste es el camino intermedio entre las tentaciones Luciféricas y las Ahrimánicas; éste es el camino del Ser Cristo. Al esforzarnos por permitir que el Cristo obre dentro de nosotros y a través de nosotros, se nos ayuda a encontrar el medio de relacionarnos con el mundo material de una manera humana y moral. Ésta es la tarea central del maestro de ciencias; lo demás llegará.
Educar a los jóvenes
Significa fomentar y cuidar
En la materia el espíritu,
En el hoy el mañana,
En la vida terrenal
La existencia del espíritu.